domingo, 2 de noviembre de 2008

Fiestecilla en el Garaje




Por nuestra pobreza (que ya es triste ser pobre, aún que más triste es robar...) tuvimos que decidirnos entre una cena con amigos Bedesemeros o una fiestecilla que montaba Shibari. Nos decantamos por la fiesta. Hubo mucha gente que no conocíamos, y gente que hacía años que no nos encontrábamos con ellos. Vimos bondages impresionantes, a Shibari en estado puro... Y luego me tocó el turno.

AmAzu me hizo un bondage, cuando ella me autorice las fotos las colgaré... Y os contaré las sensaciones.
Pero, de momento, os contaré la sesión de spank con mi Señor. Durante toda la noche había visto las caras de "misticismo" de las chicas a las que bondageaban (no tengo muy claro que el verbo bondagear exista...). Me resultaban curiosas, aún que al pensarlo detenidamente... ¿No es la misma cara que pongo yo con el spank? Quizá cada uno viva determinada práctica con más entusiasmo, que no quiere decir que las otras no le gusten...

Pues a lo que iba, Squares me colocó sobre un sofá, cerquita del calefactor. Empezó con vara, pero con el frío que hacía era complicado. Cada varazo era como si me estuvieran rajando la piel... Así que decidió cambiar de instrumento. Y pasó a nuestra palmeta redonda. Para quien no conozca nuestra palmeta redonda es un regalo de nuestra querida amiga valenciana. Es una palmeta de cuero redonda, con tachuelas lisitas por un lado, y por el otro lado unos pinchos grandotes y puntiagudos, con los que, si azotas con la necesaria fuerza, puedes hacer herida sin demasiado esfuerzo.

Yo me centré en lo mio y no puedo dar demasiados detalles de lo que pasaba a mi alrededor... Sé que al lado me pusiera a P, una sumisa amiga y un encanto. Ella fue azotada por su Ama, y yo por mi Amo. Luego nos cambiamos de postura (de la que me temo no tenemos foto ninguna) y seguimos siendo azotadas. Mi Amo cambió de palmeta en varias ocasiones: estrenó una nueva que nos compramos hace un tiempo en Sr. La palmeta lleca unas tachuelas enormes, de metal... realmente dolorosa y deliciosa. También jugó con la de pinchitos pequeños... Vamos, fue la noche de las palmetas.

Yo estaba concentrada en lo mio, disfrutando de cada golpe, entregándoselo a él. Por que tengo que admitir que me encanta aguantar por él delante de la gente. No para ser admirada, eso sería una tontería soberana, sino para que él se sienta orgulloso de mí. Y creo que así fue.
Una velada maravillosa.

LauraM.

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